Los Sofistas
Los sofistas pertenecen a una escuela filosófica en la Grecia Antigua. Sus representantes más destacados fueron Protágoras, Gorgias, Pródico y otros (siglo V antes de nuestra era), en general su filosofía se distingue por su subjetivismo y la negación de la verdad objetiva, los sofistas no formaban una escuela unida. Lo único que tenían de común era la negación de la religión, una explicación racionalista de los fenómenos de la naturaleza, un relativismo ético y social. El concepto se entendió de diversas formas a lo largo de la historia, muchas veces, el sofista era considerado un sabio que, gracias a sus conocimientos, podía educar a la gente, incluso aconsejaban a los dirigentes y les enseñaban cómo podían influir en la población.
El término sofista procede del vocablo latino sophista-, aunque su origen etimológico más lejano se halla en la lengua griega sophos (sabio). Se conoce como sofista al experto en retórica que, en la Antigua Grecia, se dedicaba a la enseñanza del sentido de las palabras y al cómo aplicarlas en debates públicos.
Los sofistas constituyeron la élite intelectual que el desarrollo de la burguesía había forjado y fueron el exponente de las características dominantes culturales de la época, la vida social y política de los griegos experimentó durante el siglo V a. de C. grandes transformaciones, en Atenas especialmente, la lucha de clases había terminado por consolidar a la clase burguesa, se puede decir que se produjo el cambio desde una sociedad agrícola, asentada sobre bienes inmuebles, a otra basada fundamentalmente en actividades industriales y comerciales. La revolución democrática que se produjo en Grecia en el siglo VI a. de C. significó el traspaso del poder del Estado de una aristocracia terrateniente a una nueva clase mercantil. Esta revolución se realizó en tres etapas: la oligarquía, o gobierno de la aristocracia latifundista, la tiranía y la democracia.
Los sofistas, en sus mejores tiempos, poseían grandes cualidades como la de ser excelentes oradores y maestros de la retórica, por lo que utilizaban su vasto lenguaje para persuadir a su público. Asimismo, estas cualidades eran las que el pueblo helénico apreciaba para la educación de sus jóvenes, además de la enseñanza del honor y el respeto, la ética y la moral, el consejo constante y la guía espiritual, al cambiar sus buenas prácticas y cualidades sólo por alcanzar honores y riquezas, los sofistas comenzaron a denigrarse sosteniendo tesis absurdas y contradictorias invistiéndose solamente de una retórica fluida y de la sutileza del sofisma, situando su elocuencia al servicio de personas sin escrúpulos que sólo querían sobresalir en política.
Platón criticaba a los sofistas por su formalismo y sus trampas dialécticas, pretendiendo enseñar la virtud y a ser hombre, cuando nadie desde un saber puramente sectorial, como el del discurso retórico, puede arrogarse tal derecho, según algunos autores, no eran, pues, propiamente filósofos. Para quienes son de esa opinión, tenían sin embargo en común con los filósofos una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene «su» verdad. por el contrario, hay quien sostiene que sí lo eran, y que las ácidas críticas de Platón corresponden a una disputa por un mismo grupo de potenciales discípulos y a sus diferencias políticas y filosóficas.
Frente a la tradición filosófica, algunos autores a partir del siglo XIX y XX han tratado de reivindicar la importancia filosófica de los sofistas. Por ejemplo, Nietzsche los consideró como auténticos filósofos frente a Sócrates y el platonismo. George Grote hizo una defensa apasionada de dicho movimiento en su Historia de Grecia, a demás se plantea la hipótesis de que tal vez el sofista fuera el creador de la refutación por reducción al absurdo.
Webgrafía:
http://portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/297/2971214005/html/index.html
http://portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/297/2971214005/html/index.html
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